Entrevistas

Mauricio Macri: “En su segundo mandato, le dije a Piñera que la sociedad había cambiado por las redes sociales. Él me porfió”

El expresidente de Argentina -impactado aún por la sorpresiva muerte de Sebastián Piñera- repasa las similitudes y diferencias que los caracterizaron a ambos, los consejos políticos que intercambiaron y el futuro del Grupo Libertad y Democracia, del cual los dos eran parte. «Ahora lo vamos a llamar Grupo Sebastián Piñera».

Al otro lado del teléfono, Mauricio Macri suena sorprendido. Es el martes 13 y, a una exacta semana del accidente en que el expresidente Sebastián Piñera perdió la vida, el exmandatario argentino dice que aún no lo puede creer. “Se me vuelve a poner la piel de gallina cuando lo cuento”, afirma.

Lo que más lo impacta es que ese mismo martes 6 de febrero, al mediodía, había estado en un Zoom junto con Piñera “tratando de encontrar una solución de este interminable atropello institucional, dictatorial de Maduro al pueblo venezolano”. Una hora después de terminar la cita, recibió un mensaje del expresidente colombiano, Andrés Pastrana. “Me dice: escucha, me dicen que se mató Sebastián. Y yo, no sé de qué me hablás, le digo. Y después, al segundo…, otros empiezan a escribir en el chat de Libertad y Democracia. Y me dicen, se cayó con el helicóptero… Al día de hoy sigo tratando de recuperarme”.

Macri tenía en agenda viajar a Chile para, justamente, estar el 12 y 13 de febrero junto con Piñera en su casa en Lago Ranco. “Así que estaríamos hoy ahí. Así es la vida”, dice.

La relación entre ambos se remonta a 2009, cuando Piñera fue candidato presidencial por segunda vez y Macri, alcalde de Buenos Aires. Luego, ambos fueron presidentes de sus respectivos países al mismo tiempo, años en los que aprovecharon de afianzar la relación diplomática y comercial. Ya fuera del poder, estaban unidos en el Grupo Libertad y Democracia, respaldando -junto con una veintena de exmandatarios- a gobiernos de centroderecha en América Latina, en una fuerte ofensiva en contra de los populismos de izquierda de la región.

“La verdad que estoy sorprendido de cómo me pegó, ¿eh? No pensé que me iba a pegar de esta manera. No sabía que tenía semejante vínculo con Sebastián, ¿sabés?”.

¿Eran amigos, además de aliados?

Y yo diría que… Por eso estoy sorprendido, ¿no? Con mucha sinceridad, porque Sebastián tenía una brillantez que hasta te inhibía. Él sabía siempre de todo, una cosa de locos… Creo que sabía más de la geografía argentina o de la música argentina que uno mismo. O de lo que uno quisiese hablar. Entonces, eso a él le impedía, por ahí, empatizar tanto. Él tenía mucha fuerza intelectual y de carácter. Pero al final, cuando pasó esto, me di cuenta de que tenía algo mucho más profundo de lo que pensaba. Creo que era mucho más que un aliado, claramente.

Eran amigos.

Sí, sí, teníamos un vínculo. Que en los términos míos, que soy mucho más cercano con mis amigos… Me tuve que adaptar a su modo. Pero la verdad que me di cuenta de que teníamos un vínculo de respeto recíproco. Y la cantidad de cosas que hicimos juntos… Aún hoy sigo sin hacerme la idea de que no está. Me di cuenta de que había impregnado en mí algo mucho más profundo de lo que imaginé.

Siempre se dijo que había similitudes entre ustedes. Que los dos tenían una carrera empresarial amplia. Ambos fueron presidentes de clubes deportivos, con una amplia trayectoria política. ¿Era así?

En la defensa de las mismas ideas había un alineamiento absoluto. O sea, compartí paneles con él y trataba de buscar un ángulo distinto si me tocaba hablar segundo. Porque él recorría siempre el mismo corazón de espinel de ideas en defensa de la libertad del ciudadano, de su capacidad de emprender. De que claramente la vida tiene sentido cuando uno consigue cosas a partir de su esfuerzo personal. En eso los dos peleamos juntos. Y yo seguiré peleando por él y por mí los años que me queden. También coincidimos en que nunca nos gustó el decorado, ¿no? Somos tipos que siempre -tal vez por nuestro pasado empresario- hemos estado ligados a la acción y que convivimos con lo protocolar. Pero lo hemos sufrido. Lo que nos apasionó siempre fue la acción, y eso también nos vinculó.

¿Y cuáles eran las diferencias?

Las diferencias eran que él, tal vez, en su incansable energía, no era capaz de delegar. Yo hablaba con sus segundos y me decían que ir a un reunión con él era terrible, porque siempre terminaban saliendo mal de cada tema. Sebastián no podía terminar de delegar. Y siempre yo le criticaba eso, porque le decía que un buen líder es aquel que no suplanta todo lo suyo, sino que sabe empoderar y ayudar a crecer en responsabilidades. Pero era más fuerte que él, ¿no?

Él estaba arriba de todo. Acuérdense de los mineros, que los vi en las imágenes de la linda y justa despedida que le han hecho. Él, personalmente, hasta del último detalle se ocupó en esa crisis. Lo mismo hizo cuando personalmente se ocupó -siendo un país al menos periférico, como somos acá en Latinoamérica- en conseguir la mayor cantidad de vacunas para salvar a la mayor cantidad de ciudadanos chilenos. Y encima tenía que aguantar las críticas o comparaciones absurdas que le hacía Alberto Fernández. En eso soy distinto, tal vez también porque no tendría la capacidad de asumir tantas responsabilidades juntas como él tenía, ¿no?

Siendo presidentes los dos al mismo tiempo, ¿alguna vez se pidieron consejo político, ya sea usted a él o él a usted?

Sí, siempre. Yo se los pedí a él, y yo se los daba a él, aunque no me los pidiera…

¿Recuerda alguno en particular?

Los dejo en la intimidad, pero muchos fueron a partir de su segundo mandato. Yo le dije que las cosas habían cambiado por las redes sociales, y que iba a encontrar una sociedad diferente. Él me porfió lo que le decía. Pero después, en diciembre de 2021 -habiendo sido elegido su sucesor-, me invitó a almorzar. Me dijo: “Quiero conversar con vos y despedirte como presidente”.

Fui y me repitió todo lo que yo le había dicho y me sorprendió, porque, en el fondo, nunca terminaba de saber si me estaba escuchando o no, propio de su toc. Debo reconocer, como yo lo admiraba, que me dio satisfacción ver que él había recogido todo lo que le había dicho, porque me lo repitió. Me dijo que durante el primer año y medio decía: “Mauricio no tenía razón”, pero que cuando vieron los incendios y toda esa crisis espantosa que le tocó vivir, se dio cuenta de que las cosas habían cambiado y que no había un respeto por la autoridad -como lo hubo antes de emerger las redes sociales- con esta capacidad de liderar a la sociedad y empoderar a la gente.

Se demoró en darse cuenta… ¿Los hechos lo llevaron a hacerlo?

Exactamente, los hechos lo llevaron a darse cuenta de que la relación con la gente era distinta. No sin pesar me dijo: “Me dijiste que viviste con alivio terminar tu mandato, yo ahora siento lo mismo”. Él sentía alivio de terminar su mandato, porque vivió una experiencia muy dura con esa violencia que destruyó el trabajo de décadas en un país que había evolucionado tanto. Sufrió mucho, porque detrás de ese hombre que parecía que todo lo podía y que nada lo afectaba había un hombre con mucha sensibilidad. Si no jamás hubiese dedicado una parte tan larga de su vida a los chilenos. Él jamás tuvo un interés personal en lo que hacía, siempre puso la tarea de mejorar la vida a los chilenos como único objetivo, postergando todo: su situación personal, económica.

Fuente: La Tercera de Chile

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